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Cuando nadie los ve
Lunes 07 julio, 09:30 am

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Vídeo editado por:

Maya G. Mori

Con aquello que ven:

Adry, Irene, Noel, Hamilton, Keith, Laura, Valeria, Juan Felipe, Eva Juliana, Jean Piher, Mariana, Álvaro, Amelia, Candela, Elsa, Luna, Malcolm, Sara, Soukayna, Borja, Irene, Isa, Jessi, Lara, Lucía, Sara, Sara A., Ariel, Gabriela, Nico, Tomás, Leire, Mark, Alfonso, Cecilia, Cris, Darío, Elena, Itsasne, Lucía (Muba), María, Raquel, Sara, Sara J., Vicky, Heiner, Anthony, Carol, Danislao, Efrenia, Luis Alfonso, Claudia, Naiara, Mary Cruz, Roberto, Paloma, Adahara, Marina, Halima, Juan Diego, Edwin, Zharick, Sandry, Génesis, Valentina, Sidrad, Humberto, Adriangel, Mariana, Taliana, Jose, Deiver, Berenys, Luis Mateo, Darío.

Buenos días.

 

Nos esperan tantas cosas este lunes y martes, que quiero ir al grano. Cuando decidí proponer este proyecto a la Subvención de la promoción de lectura y las letras españolas del Ministerio de cultura, tuve dudas acerca de la motivación final de las jornadas. Es decir, últimamente cuando se habla de jóvenes que leen, muchas veces se vincula directamente con la sobreproducción de libros de índole comercial. Y antes de que me acusen de purista, mi problema no es que se lean libros para el entretenimiento, sino que todos los espacios en los que se vinculen a los jóvenes que sí leen, abracen únicamente esas narrativas. El joven que lee, es casi un slogan publicitario. Una imagen que pasa por encima de la humanidad de ese mismo joven. Cortando el derecho a otras narrativas que no sean romántica, fantasía, manga, y dejando en la frontera muchos otros libros, otros géneros. ¿Entonces?, ¿el problema es la idea que tenemos de les jóvenes que leen?, ¿de la idea que tenemos del mercado que debe leer ese joven?, ¿o de nuestra incapacidad de entender al joven como a un ser humano que piensa, dice, crea, debate y construye?. Y mejor no hablar del no lector. Una figura que nace entre las sombras de los barómetros, como una pesadilla que susurra: entiéndelo, acceso y compra no es lo mismo, ¿escuchas?, ya nadie lee. Pero esa afirmación: Ya nadie lee, ¿es cierta?, ¿o es que acaso el concepto de la lectura debe entrar en una revisión fuera de lo convencional?. El caso es que, puse Ya nadie lee, con la certeza de que me dirían que no. Y pues fue que sí. Y agradezco la confianza a quienes revisaron este proyecto dentro del Ministerio y dijeron, pues sí, vamos a darle apoyo a esta cosa. Pero para los que no saben, esta subvención no cubre el cien por ciento del evento, y aquí entran los aportes de Cultura y Juventud Gijón, quienes han confiado y apoyado nuestra agenda, que ha sido tan variante en los primeros meses. Así como doy las gracias a la red municipal de bibliotecas, la Caja rural de Asturias y Piratas de Alejandría, con sus pequeños aportes. Y por último, agradecer a TresBrujas, Banco del libro, Libros para niños y Proyecto Mandarache por todo el apoyo. Sin ninguno de estos agentes, este evento no sería posible.

 

Aunque, el verdadero motor de todo esto son las, los y les jóvenes. Esas personas que, probablemente en su mayoría, sigan sin saber qué hacen aquí sentados. Y es que advierto, no hubo grandes comités iniciales de preparación, ni tampoco la idea de un comité sesudo de pezlinterna. No. Mi intención era reunir a jóvenes lectores y no lectores, de difentes comunidades autónomas, de diversos clubes de lectura, incluso alguna que acabo de conocer. Quiero que nos escuchemos fuera de la etiqueta. De ese joven y de ese adulto. Obviamente gestionar esto, no fue fácil. Todas las mesas que van a ocurrir entre hoy y mañana, han sido preparadas con una, dos o incluso más reuniones previas. Un constante feedback de entender hacia dónde dirigir la mirada. ¿Y saben qué es difícil? Decirle a un joven o a un adulto, que tienen absoluta libertad para decir y hacer lo que quieran.

 

A pesar de esa dificultad, hay mesas creadas a partir de la sugerencia de distintos jóvenes, invitados que yo no conocía y me revelaron estas mismas personas. Si Maya, Alma y Rotar, que no se conocen, me proponían un mismo nombre, es porque allí toca prestar atención. Así que aquí estamos, en un profundo y complejo ejercicio de libertad. Y es que como mediador, pienso constantemente sobre  ¿qué queremos realmente de los jóvenes?, ¿por qué nos cuesta tanto entender su relación con la ficción?, ¿por qué insistimos en hablar de esas personas como los otros? Además, ¿por qué seguimos romantizando la precarización del que trabaja con la cultura y la mediación? Es difícil proponer ejercicios de creación conjunta con jóvenes, a los que nos les puedes garantizar ni su tiempo ni sus posibilidades. Hoy deberían estar aquí Adry o Pelayo o Noel o Sara,  pero tienen que ganarse la vida como ayudante de cocina o camarero/camarera, en trabajos muy exigentes, que frustran sus intenciones de crear estos espacios. Como ellos, puedo citar muchos ejemplos de jóvenes que han estado yendo y viniendo y pensando alrededor de las jornadas, pero que necesitan que se les garantice una estabilidad mínima porque de libros no se sostiene el cuerpo, y el alma sin cuerpo es sólo un fantasma. No quiero una sociedad de fantasmas. Quiero una sociedad donde seamos capaces de vernos unos a los otros, escucharnos, ayudarnos a darle forma a aquello que somos incapaces de nombrar. Y eso no se hace desde la figura del poder, sino desde las ganas de escucharnos, de aprendernos y echarnos una mano. O las dos.

 

Por eso agradezco el enorme esfuerzo de estos jóvenes que estarán rotando alrededor de las jornadas, porque muchos de ellos tienen responsabilidades que atender o exámenes de la EBAU que presentar. Gracias Maya, Alejandro, Mercedes, Iván, Sara, Violeta, Enerolis, David, Daniela, Mario, Chema, Eyad, Silvia, Dani, Rotar, Hugo, Paloma, Alan, Luis, Nuria, Gabriela, Manuel, Aly, Sergio, Elena, Alma y Guery. Pero también agradezco a Jaime, Lorena, Ramón, Valerie, Ruben y Annabel que forman parte de PezLinterna, que han crecido estos quince años. Porque sí, estamos cumpliendo quince años, y vamos a aprovechar para que todo esto sea una celebración. Gracias Beatriz, Marcos, Aitor, Isabel Benito, Celia, Laura, Marcelo, Lara y Bea por su ayuda. A las bibliotecarias que nos han brindado un espacio para estar y ser. Y los nombro a todes, jóvenes, adultos, en un mismo hilo, porque a las personas hay que nombrarlas, escucharlas, reconocerlas. Por último, gracias también a todas las personas asistentes que se han tomado el tiempo y la disposición de venir a escucharnos. Fueron 102 inscritos de distintas ciudades, y eso me conmueve especialmente. Y como aquí, los mediadores somos nosotres, quisiera que nos tomáramos un tiempo para verles. Hemos preparado un vídeo especial compuesta por la mirada de alrededor de 80 jóvenes de Colombia, Nicaragua y España que han formado parte del proyecto de múltiples maneras, personas a las que conozco y reconozco. Junto al talento documental de Maya G. Mori, quien tras varios audios, reuniones y locuras, fuimos encontrando espacio y cabida a todos los vídeos que nos enviaron. Así que, disculpen que los interrumpa con este pequeño gesto de cursilería amorosa, pero quiero leer una carta acompañado por estas imágenes. No me miren a mí, vean el vídeo, esta composición que hizo Maya: su mirada sobre las muchas / otras miradas; y poco a poco mi voz se unificará a la música. Insisto, no me vean, sólo dejen sus ojos sobre el vídeo.

Hola, gente querida. Les saludo desde el otro lado. Desde una frontera en la que se empeñan en colocarnos. En ese ustedes y ese nosotros tan complicado, porque el nosotros parece poco inclusivo. No es que ustedes sean un abrazo andante a decir la verdad, pero al menos sé que cuando aceptan un gesto de confianza, se adaptan a los espacios seguros. No siempre hemos vivido en un castillo. No hacen falta pasaportes. No existe esa obscenidad como lo cataloga Paloma Chen. Por eso siempre quiero tener junto a ustedes, un espacio seguro para estar, hablar, cuestionar al mundo, bailar en una fiesta imaginada dentro de un podcast, cantar la bichota aunque me juzquen, que me llamen Freddy Margarito, Baymax, perro de Estambul o ser ageneracional. Que se aprendan mi número de documento con la intención de chantajearme y descubrir que soy de fraude fácil. Bailar just dance en medio de la biblioteca y sacar los pasos prohibidos para que los lectores de prensa que parecen hechos de roca y cemento pegados al suelo, reclamen por ese sacro santo derecho al silencio. Verlos crecer, que me regalen gallinas, subirnos a las mesa, construir un tanque rosa, hacerme pasar por muerto o extinguir juntos a un planeta para construirlo desde cero. Leer: “Los ojos de mi madre eran brotes a la espera”,  y burlarnos de Murakami por ser un mal vendedor de teletienda, sufrir con la poesía de Blandiana o el vendado de los pies; ser beligerante como la abuela de Marjane hablando de la dignidad, aunque me hagan un golpe de estado a punta de fantasía. Importante, no olvidar nunca el cuerpo ni perdernos en catedrales. Aunque sí en teatros misteriosos de mercados. Ubicarnos en la carretera bajo un rayo de sol, o en medio de un juego en el que no se puede parar de andar, que es casi mejor que cierta lotería. Que me adviertan no fredo no, cuando busco la manera de subirme a un árbol porque nada tiene sentido. Pero no puedo, no puedo subirme a ese ni a ningún otro árbol a menos que sea para ver al mundo sobre las ramas, porque el mundo tiene sentido gracias a cada relato que me ofrecen ustedes con sus miradas. ¿De eso va un poco la humanidad, no? De ser un cursi-cuchi asumido. Un zorro chuleta vegetariano que busca hacer nuevos amigos entre los otros animales. De observar cada registro, cada persona, y juntes, encontrarnos dentro o fuera del libro, pero construyendo un gran relato. Digo libro, pero también puedo decir el arrullo de mi madre, el perreo con Nuevayor de Bad Bunny, el impacto de Bojack Horseman, los caballos de Zelda con cada uno de sus nombres, los debates del festival de cine de Gijón, o el tejido artesanal de las mujeres guatemaltecas. Y quiero que sepan que sigo aquí, en esta frontera, no por distante sino por respetuoso. Que saben que la mediación es un torneo de iguales con el único premio de encontrarnos en la palabra, como dice Andruetto. Y ya, con el lenguaje en medio de este terreno neutro al que llamo Khamekaye, invocar a Las Malas y decir: “Todo puede ser tan hermoso, todo puede ser tan fértil, tan imprevisible, cuesta creer que sea obra de algún dios. El lenguaje es mío. Es mi derecho, me corresponde una parte de él. Vino a mí, yo no lo busqué, por lo tanto, es mío. Me lo heredó mi madre, lo despilfarró mi padre. Voy a destruirlo, a enfermarlo, a confundirlo, a incomodarlo, voy a desplazarlo y a hacerlo renacer tantas veces como sean necesarias, un renacimiento por cada cosa bien hecha en este mundo.” Sí, sean subversivos, libres, inquietos, destrocen el lenguaje, piérdanse en él, reháganlo, es su derecho. Pero no dejen a nadie fuera, porque cuando nadie nos ve, somos casi iguales. ¿No les parece? Hagamos cada cosa bien hecha en este mundo y así, juntas, renaceremos. Un abrazo, Freddy G.-

Comité editorial y de apoyo emocional 

Adry, Aly, Alejandro, Alma, Chema, Dani, Daniela, David, Eyad, Gabriela, IvánLuis, Maya, Manuel, Mercedes, Rotar, Sara, Sergio, Silvia, Violeta.​​​

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Organiza:

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Este proyecto ha recibido una ayuda del Ministerio de Cultura y Deporte a través de la Dirección General del Libro, del Cómic y de la Lectura.

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Con el apoyo de:

Colaboran:

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7. Logo Banco del libro.png
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PIRATAS DE
ALEJANDRÍA

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